En defensa del voto (aunque sea en blanco)

Artículo de Jordi Juan (La Vanguardia)

¿Hasta qué punto el voto es un derecho de los electores o un deber de los ciudadanos más allá de sus opiniones?

Este es un artículo escrito para los que se sienten decepcionados, cabreados, desorientados o desencantados. Para los que se creyeron las promesas de Zapatero y para los que esperaban que un gobierno de izquierdas en Catalunya sería otra cosa. Para los mileuristas, para los jóvenes que no ven seguro su porvenir y los viejos que están asqueados de lo que han visto. Para los independentistas que tienen demasiada prisa y los catalanes que se sienten perseguidos por sentirse españoles. Para los ecologistas que temen que se acaba el mundo y para los consumistas que están hartos de que les recuerden cada día si gastan mucho o poco CO con sus 2 vehículos 4x4. También para todos los culés que ya se huelen una vuelta a las andadas después de un mágico paréntesis de tres años. Y también para los que están hartos de leer artículos como éste donde se dan consejos gratuitos sobre lo que usted tiene o no tiene que hacer.

Seguramente podría haber miles de motivos para no ir a votar el próximo 27-M. Es posible que muchos dirigentes políticos no han estado a la altura de lo que los ciudadanos merecen y otros, minoritarios, han metido la mano donde no debían. Que no han cumplido muchos de los compromisos adquiridos - como recuerda Toni Orensanz en esta misma página- o incluso que han cambiado de opinión a cambio de un mullido sillón.

Los sabios de la demoscopia aseguran que en estas próximas elecciones se va a dar un récord abstencionista. Y es que siempre encontraremos razones para quedarnos en casa o irnos a la playa. A diferencia de lo que ha sucedido esta vez en Francia, nuestros políticos no nos han convencido y el descreimiento es muy grande. Es más, de la mitad de ciudadanos que van a ir a votar, me gustaría saber cuántos lo hacen pensando más en fastidiar a un candidato o partido odiado que en votar por verdaderas razones al suyo.

Por si todo esto no fuera suficiente, especialmente en esta campaña existe una sensación de aburrimiento que ya afecta al votante, pero que, en muchos casos, parece que afecta incluso al propio candidato. No he sabido encontrar en ningún partido el entusiasmo e ilusión de otros comicios en los que los partidos parecía que se jugaban verdaderamente alguna cosa. Tampoco las predicciones parecen sugerir que estas elecciones van a suponer un cambio radical en los distintos escenarios electorales. Las principales ciudades seguirán en manos de los mismos partidos y sólo puede haber alguna sorpresa en alguna autonomía por la política de pactos posterior. El titular del 28-M podría ser el de "todo sigue igual".

Bien. Llegados a este punto y después de toda esta reflexión, uno piensa que el voto no es un derecho sino un deber y todos deberían ejercerlo este 27-M y la próxima convocatoria y la siguiente. Que si entre toda la oferta partidista no existe ninguna formación que convenza al elector o directamente éste no está de acuerdo con el actual sistema político imperante, siempre cabe la opción de votar en blanco. No confío en cambiar la decisión de nadie, pero así es como lo veo.

 

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